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martes, 29 de junio de 2010

JESÚS Y LA SAMARITANA

Evangelio Jn 4, 5-42


El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna. La mujer le dice: Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.



El agua viva de la que habla Jesús , es el don de sí mismo, es el amor de Dios, su alegría y su perdón.
El agua y el amor de Dios son indispensables para nuestra vida.


Tu ere el agua viva, Señor. Eres la única agua que quita la sed que tengo. sed de amor y de ternura, porque estoy cansado del abandono y de la soledad.
Sed de misericordía y de perdón, porque ya pesan demasiado mis culpas.
Hay un agua que solamente tú, Jesús, puedes darme. Agua  que da sabor nuevo a la vida.

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