El cristianismo nació en el mundo romano vinculado a la tradición judaica anicónica, que rechazó la representación de Dios y de los personajes de la Historia Sagrada.
Después, la nueva doctrina asimiló la cultura clásica para la expresión de los contenidos, y la belleza se aceptó como forma de elevar el alma y estimular la vida interior y la fe, por lo que el paleocristiano es un arte simbólico.
La muerte del emperador Teodosio, en el Bajo Imperio, significó la división del Imperio; por disposición testamentaria, Honorio heredó el Imperio Romano de Occidente y Arcadio el de Oriente.
La caída del Imperio Romano de Occidente se debió a la profunda crisis interna y al ataque de los pueblos bárbaros;
Roma fue conquistada en el año 476 d. C., mientras que la parte oriental pervivió hasta el siglo XV d. C., cuando Constantinopla cayó en poder de los turcos otomanos en 1453.
Una fecha clave en la evolución de la comunidad cristiana es el año 313 d. C. fecha en la que fue promulgado el Edicto de Milán por el emperador Constantino y que supuso la aceptación oficial de la nueva religión.
El Edicto marca el límite entre un primer período en el que la Iglesia no gozó de libertad de culto y se desarrolló en la clandestinidad, y un segundo período en el que adquirió derecho a manifestarse públicamente. El Edicto de Tolerancia fue un instrumento de refuerzo del poder imperial.
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