S. XIV Y XV
Las representaciones románicas y góticas no pueden ser más diferentes
De hecho parecen representar dos escenas distintas.
Frente al esquematismo inexpresivo del arte románico, la escultura gótica se acerca al naturalismo y a una estética basada más en la sensación que en la razón.
Las figuras dejan de transmitir distanciamiento y majestad para mostrarse cercanas al fiel que las contempla.
La graciosa curvatura sustituye a la rígida verticalidad, los severos y artificiosos plegados se ven reemplazados por una mayor libertad en el trazado de las vestiduras, y el hieratismo de los semblantes da paso a unos rostros dulces y humanos.
El Cristo del Románico está vivo, no encontramos ningún signo de la Pasión. No hay latigazos, no hay corona de espinas, no hay sangre. Cristo se muestra vestido, con túnica o fadellín largo, y tiene cuatro clavos. Es un Cristo que vence a la muerte, reina en la cruz.
Por el contrario el Cristo gótico es diferente. Es un Cristo que sufre, que muestra todas las señales del suplicio y que recorta su faldellín. Ya tiene tres clavos y su imagen es el símbolo del sufrimiento. Es un Cristo que muere por todos.
El Crucificado gótico se halla representado muerto y sufriente, aunque siguen realizándose figuras de Cristo vivo en el madero. Jesús aparece con la cabeza desplomada hacia el lado derecho y los ojos entreabiertos, mostrando un acusado rictus de dolor en el semblante. Tal y como sucedía en el arte románico, la mayoría de las piezas son labradas en madera policromada.
LINEAS GENERALES
En los temas religiosos, predominantes también en este periodo, el Crucificado y la Virgen con el Niño siguen siendo los principales protagonistas, aunque los temas hagiográficos, sobre todo lo concerniente a los pasajes martiriales, adquieren igualmente una gran relevancia
Al recrear a un hombre que padece en el madero, en lugar de una divinidad insensible a los tormentos, el artista gótico se preocupa en recrear los signos de la Pasión, a veces con bastante crudeza.
Se insiste en destacar los regueros de sangre que manan del cuerpo del Redentor y quedan remarcadas las cinco llagas de la Crucifixión, especialmente la del costado por considerarse lugar de nacimiento de la Iglesia tras el Concilio de Vienne.
Este último detalle puede verse en obras como el Cristo de los Pobres del Monasterio de la Rábida, en Palos de la Frontera (Huelva), procedente de la Colegiata de Santa María del Campo de La Coruña.
Los pies se hallan sujetos por un solo clavo, empleándose la tosca cruz arbórea por encima de la lisa y pulimentada, con el fin de ganar en dramatismo y expresividad.
Las líneas se quiebran, los brazos y las piernas se doblegan para hacer notar el peso del cuerpo, y los largos cabellos se organizan en guedejas lisas o suavemente onduladas, pegadas al cráneo por el sudor y la sangre del Varón. No son poco frecuentes en esta época la representación de Crucificados imberbes, como por ejemplo el Cristo de la Capilla del Canónigo Cabrera, de la Catedral de Segovia.
CRISTO DE SAN MARTÍN DE FRÓMISTA
recibe culto en la iglesia de San Martlin de Frómista
recibe culto en la iglesia de San Martlin de Frómista
SANTÍSIMO CRISTO DE BURGOS S XIV
Imagen de gran realismo, al estar articulado, contar con cabellera y barba humanas, y estar el cuerpo de madera forrado de piel de vacuno que simula la humana. Numerosos viajeros, historiadores y escritores han descrito este Cristo y han reflejado la enorme devoción y emoción que suscitaba, entre otros Andrea Navagero, Santa Teresa de Jesús, Agustín Moreto, Enrique Flórez, Jean-Paul Sartre o Rafael Alberti.
La imagen se encuentra en una capilla a la que da nombre que está construida parcialmente sobre la catedral románica que fue la base de la actual catedral gótica de Burgos.
CRISTO DE LAS INDULGENCIAS DE CÁCERES
El Cristo de la Indulgencias, es una de las tallas que mas fervor recoge de los cacereños.
Se puede decir que es el Cristo gótico mas antiguo de nuestra ciudad.
Las manos de un imaginero, anónimo realizaron esta bella imagen de crucificado a final del siglo XIV o principio del XV.
Recibe culto en el templo de Santiago de los Caballeros
Cristo Crucificado, imagen gótica del siglo XIV de la Iglesia de la Concepción de Ochánduri (La Rioja, España).
Es un Cristo muerto, de tamaño natural, con las típicas características de la época: ojos cerrados, largos cabellos, barba con bucles, cabeza ladeada, cuerpo arqueado, costillaje marcado, paño de pureza hasta las rodillas con pliegues en V, brazos algo arqueados, manos abiertas y pies sujetos al madero con un solo clavo (Cristo de tres clavos).
Responde a la concepción del Crucificado que se da a partir de los siglos XIII y XIV.
Es un Cristo muerto, de tamaño natural, con las típicas características de la época: ojos cerrados, largos cabellos, barba con bucles, cabeza ladeada, cuerpo arqueado, costillaje marcado, paño de pureza hasta las rodillas con pliegues en V, brazos algo arqueados, manos abiertas y pies sujetos al madero con un solo clavo (Cristo de tres clavos).
Responde a la concepción del Crucificado que se da a partir de los siglos XIII y XIV.
CRISTO DE SAN FELIPE DE CARMONA XIV
SANTO CRISTO DE SAN AGUSTÍN DE SEVILLA
Reproducción del autentico
Obra de Agustín Sánchez-Cid Agüero (1938), es una réplica del desaparecido en el incendio provocado por las ordas rojas el 18 de julio de 1936, que databa de la primera mitad del siglo XIV.
No procesiona en Semana Santa.
La primitiva imagen tenía gran veneración y tradición como milagrosa, contando con gran arraigo popular en Sevilla.
Hace más de seiscientos años, el Santo Crucifijo de San Agustín movía montañas de fe y confiando en Él en procesiones de rogativas se paraban las epidemias de peste, se frenaban las riadas, se paliaban las sequías, llegaban las lluvias, las guerras eran menos cruentas y las catástrofes eran menos para Sevilla.
CRISTO DE LA CARTUJA DE MIRAFLORES
Labrado junto al retablo Mayor porGil de Siloé
Pero más que de una Crucifixión tendríamos que hablar un Calvario, pues el Crucificado está flanqueado por la Virgen y San Juan Evangelista, situados en un plano inferior,
lo que hace que la Cruz destaque, remarcando el papel redentor de Cristo, sobre el que aparece un pelícano, tradicionalmente asociado con el sacrificio de Jesucristo por la salvación del hombre porque, según la leyenda, se pica su propio pecho para dar de beber a sus polluelos.
El Crucificado está resaltando la humanidad de Cristo pero, al mismo tiempo, también se está reflejando su divinidad a través de la presencia de la Trinidad, pues a la altura de los brazos de la cruz aparecen Dios Padre como emperador celeste, un anciano con la triple corona,
y el Espíritu Santo, que en vez de representarse como una paloma, en este caso adopta la forma de un hombre joven con ropas sacerdotales, señal de celebración eucarística, ambos haciendo el gesto de sostener los brazos de la cruz.
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