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viernes, 9 de diciembre de 2016
DOGMAS SOBRE LA VIRGEN MARÍA
Los dogmas y doctrinas marianas de la Iglesia católica tienen su fundación en la visión central de que la Virgen María es la Madre de Dios.
La Iglesia católica siempre consideró a María como la figura más importante del cristianismo y de la salvación después de Jesucristo y de la Santísima Trinidad, y ha elaborado diversas enseñanzas y doctrinas en relación a su vida y papel.
La Iglesia católica posee una disciplina teológica específica, la Mariología, para el estudio de la persona, el papel y el significado de la Virgen María y su veneración. Esta disciplina se ha desarrollado a lo largo de siglos, y fue estudiada y codificada por los Concilios, como también por los principales teólogos de las órdenes religiosas y universidades marianas, Escuelas Pontificias, como el Marianum (que está específicamente dedicada a este campo de estudio).
Sin embargo, las revelaciones marianas por individuos no siempre son aceptados por la Iglesia
MATERNIDAD DIVINA
El título le fue concedido solemnemente a María en el Concilio de Éfeso de 431 al ser proclamado el dogma cristológico.
El significado teológico en ese momento fue enfatizar que el hijo de María, Jesús, era completamente Dios, y también completamente humano, tal y como había sido afirmado en el Concilio de Nicea I de 325, y que sus dos naturalezas (humana y divina) estaban unidas y eran inseparables en una sola persona de la Santísima Trinidad.
El concilio de Éfeso proclamó a María la madre de Dios encarnado en Jesucristo.
La definición como Mater Dei (en latín) o Theotokos (en griego), conocida también como el Dogma de la Maternidad Divina, fue el primer dogma mariano de la Iglesia y, a su vez, creído y enseñado antes de ser proclamado dogmáticamente en Éfeso, por diversos Padres de la Iglesia en los tres primeros siglos, como Ignacio (107), Orígenes (254), Atanasio (330) y Juan Crisóstomo (400).
El Tercer Concilio Ecuménico, realizado en Éfeso decretó esta doctrina dogmáticamente en 431.
siendo Papa San Clementino I (422-432) definió:
“Si alguno no confesare que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y que por tanto, la Santísima Virgen es Madre de Dios, porque parió según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema.”
La visión contraria en el concilio era que María debía ser llamada «Christotókos»,«Madre de Cristo». Esta posición, abogada por Nestorio, entonces Patriarca de Constantinopla, pretendía restringir el papel de María a ser solo la madre de la «humanidad de Cristo», y no de su naturaleza divina.
Por su parte la versión de Cirilo de Alejandría, en contraposición a la de Nestorio de Constantinopla,
era que no podía ser que solo fuese «Christotókos», ya que de ser así, Jesús habría nacido como cualquier ser humano normal y, llegado determinado tiempo, Dios Hijo lo «poseyera» de manera tal que una persona era divina y la otra mortal.
En el Concilio se determinó que no podía ser de este modo: Jesús desde su concepción tenía las dos naturalezas, la divina y la humana, de tal forma que cuando Él nació, María «La Virgen» fue «Theotókos».
La doctrina de Nestorio, fue reprobada y considerada su doctrina (Nestorianismo) como una herejía.
La Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (Theotokos) se inició en las Iglesias orientales alrededor del año 500.
En el rito romano se celebra el 11 de octubre. Con la reforma de Pablo VI, Juan Pablo II lo trasladó al día de la octava de la Navidad, 1 de enero
Tiempo después, fue proclamado por otros Concilios universales, el de Calcedonia y los de Constantinopla.
El Concilio Vaticano II hace referencia del dogma así:
“Desde los tiempos más antiguos, la Bienaventurada Virgen es honrada con el título de Madre de Dios, a cuyo amparo los fieles acuden con sus súplicas en todos sus peligros y necesidades” (Constitución Dogmática Lumen Gentium, 66)
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