VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
Un hecho narrado en los Hechos de los Apóstoles, 2, 1-13, de la siguiente manera:
“Cuando llegó el día de Pentecostés se encontraban reunidos todos juntos. De repente, como si apareciera un viento impetuoso, se sintió un temblor del cielo que llenó toda la casa en la que se encontraban sentados. Entonces se les aparecieron como unas lenguas de fuego que se dividían y se situaban sobre cada uno. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en diversas lenguas, tal como el Espíritu les concedía expresarse”.
Se celebra cincuenta días después de la Pascua de resurrección. Se relacionaba con la Ascensión hasta los primeros siglos.
Es, también, el nacimiento de la Iglesia, para que los dones del Espíritu se extiendan por todo el orbe. Representa este espíritu de la Iglesia, “todos juntos” en un “mismo lugar”.
Después de la Ascensión, eran los Apóstoles quienes debían seguir su mandato, a través de la Iglesia, el día de Pentecostés.
El Espíritu y sus dones descienden de la boca de la paloma y se posan sobre la Virgen y los Apóstoles, que reciben los dones del Espíritu Santo.
En la Edad Media, cuando no se representaba en la escena a la Virgen, San Pedro era el personaje central. Más tarde, desde el siglo XVI, la Virgen sería el personaje principal.
Centramos esta imagen para nuestra obra de comentario, la venida del Espíritu Santo, obra de El Greco, pintada entre 1605 y 1610, y ubicada en el Museo del Prado.
El Pentecostés formaba parte del cuerpo alto del retablo realizado por El Greco entre 1595-1600 para el Colegio de Doña María de Aragón.
La Anunciación y el Bautismo de Cristo serían compañeros, pero estaban colocados en el cuerpo bajo de dicho retablo.
La Virgen, sentada, preside la imagen y a su alrededor se agrupan los Apóstoles y la Magdalena, en una clara muestra de isocefalia que recuerda al mundo gótico. La luz procede de la paloma del Espíritu Santo, hacia la que buen número de personajes elevan la mirada.
Todos los apóstoles excepto dos miran a lo alto. Junto a la Magdalena, uno de ellos centra sus ojos abiertos con asombro en la Madre de Cristo y otro fija su mirada en el espectador introduciéndolo en la escena, que posiblemente sea el retrato de algún contemporáneo del artista cretense.
Por todo el retablo El Greco percibió 65.300 reales y puso todo su empeño, tanto artístico como intelectual, al desarrollar a la perfección el programa iconográfico deseado por el cliente.
PENTECOSTÉS
Tiziano, Pentecostés ,1545
´oleo sobre lienzo 570 x 260 cm
Santa Maria della Salute , Venecia
Jean Baptiste Jouvenet (Jean le Grand) -
Fray Juan Bautista Maíno
Óleo sobre lienzo. Medidas: 324cm x 246cm.
Museo del Prado. Madrid.
ICONOS
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