Es una pieza de orfebrería románica donada a la infanta leonesa Urraca de Zamora (1033-1101), señora de Zamora e hija del rey Fernando I de León.
Tal como lo conocemos, se remonta a la segunda mitad del siglo xi. En la actualidad se guarda en el museo de la colegiata de San Isidoro de León (España). En palabras del arqueólogo español Manuel Gómez-Moreno se trata de una:
El cáliz se compone de dos copas o cuencos muy antiguos; el copón propiamente dicho y otro que le sirve de peana, de procedencia greco-romana anterior al cristianismo, hechos en piedra de ónice.
Los dos cuencos presentan algunos desconchones que ya se habían producido con anterioridad a la formación del cáliz. Se desconoce el origen de estas dos copas, su historia y avatares, así como la decisión de doña Urraca de entregar a los orfebres algo que materialmente no tenía gran valor.
Se especula sobre una posible consagración de estas dos piezas al culto litúrgico, hecha tal vez por algún venerable personaje de la Iglesia cristiana primitiva, pero no existen documentos ni testimonios escritos al respecto.
El caso es que los orfebres de León hicieron un trabajo artístico excepcional, convirtiendo lo que en su día fue objeto pagano en un cáliz digno de admiración.
Las piezas de ónice están recubiertas de oro en la copa, nudo y peana, dejando al descubierto parte de la copa y casi toda la peana.
El interior de la copa también está revestido de oro.
Este metal está trabajado con gran delicadeza en filigranas que forman dibujos, arquillos, espirales y pequeños caracoles. En los huecos se incrustaron perlas, esmeraldas, amatistas y zafiros. Hay también incrustado un mascarón hecho de vidrio imitando un camafeo, que es posterior a la obra de la composición del cáliz. En la peana y antes del nudo hay una inscripción que dice:
IN NOMINE DOMINI VRRACA FREDINANDI
La funcionalidad de la pieza es el carácter religioso y votivo propio de la época románica.