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martes, 31 de julio de 2012
LA CATEDRAL
CAREDRAL
Una catedral es un templo cristiano, donde tiene sede o cátedra el obispo, siendo así la iglesia principal de cada diócesis o Iglesia particular.
La sede o cátedra episcopal es el lugar desde donde cada obispo preside la comunidad cristiana, enseñando la vida de fe y la doctrina de la Iglesia.
La Iglesia ortodoxa se refiere a sus catedrales como gran iglesia, aunque suele traducirse como catedral
Las catedrales surgieron como una nueva construcción, o como evolución de una primigenia iglesia monacal elevada al estatus de sede del obispo.
Las actividades misioneras, el poder eclesiástico y las cuestiones demográficas son las que han ido determinando qué iglesias merecían y merecen el título de catedral, al mismo tiempo que surgían, se fusionaban o suprimían las diferentes diócesis.
En un principio, la iglesia sede del obispo y cabeza de las demás iglesias de la diócesis no tuvo una tipología especial.
Durante los primeros siglos del Cristianismo y el medievo (siglos IV al XI) las catedrales no se diferenciaban demasiado de otros centros de culto, como las iglesias monacales o los templos dedicados a los mártires.
Es a partir del siglo XI cuando la catedral va adquiriendo una configuración y unas dimensiones que la diferencian de los demás templos.
Esto tuvo su momento álgido durante los siglos XIII, XIV, XV y parte del XVI, coincidiendo con el surgimiento del arte Gótico.
En esa época, las catedrales adquirieron, además de la característica que las define, que es ser sede episcopal, otras connotaciones en las que intervenían la imagen y el prestigio de las ciudades en las que se construían, determinando una verdadera carrera por hacer de estos templos edificios grandiosos y monumentales.
A día de hoy, la idea de catedral se sigue asimilando con el estilo Gótico.
Posteriormente, la aparición de la Reforma protestante y otra serie de factores determinaron que las catedrales fueran moderando su tamaño y su magnificiencia, aunque continuaron siendo edificios señeros e imponentes, adaptándose a los cambios de gusto y a los diferentes estilos artísticos.
En un principio, en el interior de las catedrales, además de la liturgia, se impartían estudios, especialmente en teología, gramática y latín.
Este fue el origen de las escuelas o estudios catedralicios, una de las primeras formas de estudio reglado, que evolucionó poco a poco hasta dar lugar a las actuales universidades.
La catedral toma su nombre de la palabra cathedra, o «asiento del obispo» (en latín, ecclesia cathedralis).
Una catedral tiene una función eclesiástica específica y efectos administrativos derivados de ser la sede de un obispo. El papel del obispo como administrador del clero local se estableció ya en el siglo I, casi 200 años antes de que fuese construida la primera catedral en Roma.
Tras la legalización del cristianismo en el año 313 por el emperador Constantino I, se construyeron rápidamente muchas iglesias. Cinco grandes se fundaron en Roma y, aunque muy alteradas o reconstruidas, todavía se conservan hoy en día, incluyendo la catedral de Roma, que es San Juan de Letrán, y también la más conocida, la basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano.
La forma arquitectónica que tomaron las catedrales dependió en gran parte de su función ritual como sede obispal. Las catedrales son lugares donde, en común con otras iglesias cristianas, se celebra la Eucaristía, se lee la Biblia, se dice o se canta la Orden de Servicio, se ofrecen oraciones y plegarias y se predican sermones.
Pero en una catedral, en general, estas cosas se hacen con mayor elaboración, boato y procesión que en las iglesias ordinarias. Esa elaboración está particularmente presente en importantes ritos litúrgicos oficiados por un obispo, como la Confirmación y la ordenación sacerdotal.
Las catedrales han sido a menudo también el lugar de celebración de grandes eventos y rituales asociados con los gobiernos locales o nacionales, donde los obispos realizan tareas de todo tipo desde la inducción de un alcalde hasta la consagración real de un monarca.
Algunas de esas tareas son incluso evidentes en la forma y accesorios de los que disponen algunas catedrales en particular.
Como sede obispal, eran el lugar de celebración de ciertos ritos litúrgicos, como la ordenación de sacerdotes, que reunían a un gran número de clero y fieles; Eran el lugar de encuentro eclesiástico y social de muchas personas, no sólo los de la ciudad en la que se erigía, si no también, en ocasiones, de toda la región;
Ya que a menudo tuvieron sus orígenes en una fundación monástica, eran lugar de culto de los miembros de órdenes sagradas que decían la misa en privado en una serie de pequeñas capillas dentro de la catedral; Se convirtieron algunas en lugar de culto y de enterramiento de patronos locales ricos y esos patronos a menudo las dotaban con fondos para sucesivas ampliaciones y programas de construcción;
Fueron tradicionalmente lugares de peregrinación al que acudían los fieles desde lejos para celebrar importantes días de fiesta o para visitar el santuario asociado a un santo en particular. En las catedrales donde están enterrados los restos de un santo, a veces se ampliaban por su extremo oriental detrás del Altar Mayor.
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