Origen y desarrollo de los esmaltes en el período prerrománico
Los esmaltes son vidrios coloreados compuestos de sílice y óxidos metálicos colorantes: antimonio, plomo, plata (amarillos); hierro (rojo); cobre (verde); cobalto (azul); manganeso (violeta); cinc (blanco). que se aplicaban sobre objetos o planchas de plata, oro, cobre o incluso hierro
En el mundo bizantino los esmaltes adquirieron una enorme importancia en la creación de tesoros.
De Bizancio, esta, producción artística se trasvasó a Europa Central (monasterios renanos) gracias al matrimonio de Otón II con la princesa bizantina Teofanía, nieta del emperador Constantino Porfirogeneta, que aportó -en su dote- magníficas joyas de aquel arte y llevó en su séquito a Tréveris algunos artífices de su país.
Con este patrimonio se introdujeron grandes artistas del esmalte en el imperio germánico.
Una innovación de los germanos fue la de sustituir el oro por el cobre, con lo que se abarató el producto.
Los talleres de la época estaban en el entorno de Colonia, la Escuela del Rhin, y en el territorio del Mosa (Escuela Mosana) con especial relevancia en Verdún.
Durante toda esta época altomedieval (período bizantino, prerrománico y comienzos del románico) los esmaltes se realizaban con la técnica del Tabicado Bizantino (Cloisonné ), sobre oro o plata, poco sobre cobre.
Siguiendo las líneas del dibujo elegido se colocaban, perpendicularmente soldadas, laminillas finas o tabiques; los compartimientos resultantes se llenaban con polvos de esmaltes fundiéndolos en el horno y puliéndose luego la superficie.
Los esmaltes románicos de la Europa meridional
Los esmaltes románicos de la Europa meridional
Más al sur y a principios del siglo XII, la ciudad de Conques, en una de las ramas del Camino de Santiago, florece un taller de gran importancia que hizo magníficas piezas, de colores vibrantes, de bellos tonos turquesa, verde y rojo.
Pero pronto el centro de gravedad de los esmaltes de la Europa meridional pasa a Limoges donde se abandona la técnica de tabicado y se centra en el tipo excavado o "champlevé".
Este nuevo y más barato sistema se basa en el uso de planchas de cobre talladas y ahuecadas con buril o ácido. En las depresiones del metal así generadas, se aplicaban las pastas de vidrio, muy espesas. Por último se introducía la plancha en el horno de fundición y se pulía para alcanzar el acabado final. Luego se le agregaban figuras o cabezas de bronce dorado y cincelado en relieve.
La situación geográfica en el camino hacia Santiago y hacia Conques y su propia peregrinación a San Marcial hicieron muy popular la industria de esmaltes de Limoges, de tal modo que alrededor del año 1200, la producción sobrepasó el ámbito de los monasterios pasando al artesanado laico, con lo que tal exceso de producción supuso una caída de la calidad y los precios. Las obras esmaltadas de Limoges son innumerables en todos los museos y colecciones. (VER FOTO LATERAL de arqueta con esmaltes de Limoges conservada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid)
Cristo con esmaltes de LimogesSus obras se centraron en arquetas, Vírgenes, tapas de evangeliarios, báculos, palomas eucarísticas, copones, incensarios, candelabros, platos, gemellones etc. Especial relevancia tuvieron las Cruces Procesionales
que llegaron a realizarse "en serie" con una fisionomía repetitiva y visualmente muy efectivos, como el que aparece en la foto lateral de Museo Arqueológico Nacional.
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