ORFEBRERIA
Destacan las fíbulas en forma de águila, también llamadas fíbulas aquiliformes. Las fíbulas estaban realizadas con pequeñas cavidades en el metal donde se embutía pasta vítrea. Estas fíbulas entroncan claramente con las realizadas por los ostrogodos. Recordemos que las fíbulas eran piezas metálicas fundamentales para unir o sujetar de las prendas de los vestidos. Las fíbulas terminarían siendo sustituidas por los botones, pero habría que esperar todavía algunos siglos para que se utilizaran.
A mediados del siglos XIX tal tesoro fue recuperado, aunque tras distintos avatares y robos se han perdido diferentes piezas.
El Tesoro de Guarrazar contiene una serie de coronas votivas, cruces y cadenas de oro.
Las coronas eran regalos de los reyes visigodos a las iglesias, es decir, símbolo del poder real, como hemos señalado.
La más importante es la de Recesvinto, formada por un aro de oro calado suspendido de cuadro cadenas finas que se unen en un pomo de cristal de roca. Está decorada con piedras semipreciosas. De la corona penden unas letras que forman la inscripción: “Recesvintus rex offeret”.
La más importante es la de Recesvinto, formada por un aro de oro calado suspendido de cuadro cadenas finas que se unen en un pomo de cristal de roca. Está decorada con piedras semipreciosas. De la corona penden unas letras que forman la inscripción: “Recesvintus rex offeret”.
Por su parte, el Tesoro de Torredonjimeno está compuesto de varias coronas votivas reales, también con multitud de pequeñas cruces.
Las piezas del Tesoro de Torredonjimeno, en Jaén, representan a un taller andaluz en el que se imitaron los productos toledanos del llamado tesoro de Guarrazar, con materiales más pobres.
Los descubridores creyeron que se trataba de simple bisuteria de latón y entregaron el lote de cruces y coronas a los niños para que jugasen; muchas joyas se desmenuzaron para hacer figuritas brillantes de barro.
Las piezas del Tesoro de Torredonjimeno, en Jaén, representan a un taller andaluz en el que se imitaron los productos toledanos del llamado tesoro de Guarrazar, con materiales más pobres.
Los descubridores creyeron que se trataba de simple bisuteria de latón y entregaron el lote de cruces y coronas a los niños para que jugasen; muchas joyas se desmenuzaron para hacer figuritas brillantes de barro.
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