CAUTIVERIO EN BABILONIA 587-538
En el 587 desaparece el Reino de Juda
El pueblo de Israel, tras largos esfuerzos y luchas, tenía tres elementos en el que hallaba su seguridad e identidad: habían conquistado la Tierra Prometida; Yahvé les había concedido un rey humano que les guiaba y tenía la bendición de Dios y finalmente el Templo en Jerusalén, construido como casa de oración y lugar de culto a Yahvé por el gran rey Salomón;
Estas tres realidades: Tierra, Rey y Templo, daban identidad, razón de ser, al pueblo de Israel.
Pues bien, en el destierro, esos tres elementos desaparecen. Ya no están en la Tierra Prometida sino en el destierro, en tierra extraña, ya no tienen rey, están sometidos a un rey extranjero, ya no tienen el Templo para orar y dar culto a Yahvé, el Templo ha sido destruido en Jerusalén.
Los cautivos de Babilonia habían llegado a las tierras del exilio en distintos momentos.
1ª Deportación en 597 a.C, el rey y más de 10.000 habitantes.
2ª Deportación en 587 después de la caida de Jerussalén y la destrucción del Templo por Nabucodonosor II, 15 o más habitantes.
Se conoce con el nombre de Cautiverio de Babilonia o Cautividad en Babilonia al período que comprende desde el año 586 hasta 537 a. C. en el que parte considerable de los hebreos que habitaban el sureño Reino de Judá estuvieron exiliados en Babilonia,
Narrados en
A pesar de que se suele considerar al Cautiverio de Babilonia como un destierro total del pueblo hebreo, el traslado de población sólo afectó a las clases altas hebreas.
Los conquistadores de Israel tenían interés en impedir que resurgiera allí un poder político fuerte, y para eso, "importaron" por la fuerza a la clase dirigente capaz de liderar una posible revuelta.
El bajo pueblo, por su parte, no fue mayormente afectado por estos traslados forzosos.
La pérdida de su independencia nacional fue un enorme trauma para los hebreos, quienes como defensa psicológica dieron el paso del antiguo Yahvismo nacionalista a la religión moderna del judaísmo.
Asimismo incubaron las primeras esperanzas mesiánicas, y creyeron que Yahveh los estaba poniendo a prueba para oportunamente producir un milagroso cambio en las circunstancias, que traería consigo el final de los tiempos y el restablecimiento de la independencia judía.
Las condiciones de vida de los deportados no parecen haber sido extremadamente duras o difíciles. No se les puede considerar como prisioneros de guerra, aunque tampoco tenían la condición de ciudadanos libres. Incluso parece que se respetaron las costumbres judías y hasta se les permitió de alguna manera practicar su vida religiosa, Ez 8,1.
Poco a poco, con el transcurso del tiempo, las condiciones de vida se van haciendo más benignas, algunos se dedican al comercio y hay quienes llegan a desempeñar altos cargos en la corte de los reyes babilonios.
Dado que entre los exiliados judíos figuraba la elite política, religiosa e intelectual de los judíos, se comprende que pudieran integrarse en la vida social babilónica sin ninguna dificultad. Es falso creer que debían dedicarse a trabajos propios de esclavos, más bien se puede suponer que vivieron con cierta holgura.
La suerte de los hebreos en Babilonia es narrada por textos bíblicos tales como los libros de Daniel y Ester.
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